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Ser una ESR no sólo es admirable, es rentable

Por Fabiola Acosta Manning

Ser socialmente responsable implica evaluar y asumir el compromiso con los efectos de la organización sobre el bienestar social y ambiental. Al tomar conciencia y actuar sobre ello, la iniciativa privada, siendo el sector económico con mayor posibilidad de incentivar la movilidad social, crea círculos virtuosos que permiten procesos de transición en equidad y solidaridad.   

Las iniciativas responsables y sustentables de una corporación pueden generar costos que tal vez no proporcionen beneficios financieros inmediatos pero sí a corto plazo, pues promueven un cambio social y ambiental positivo rentable para la empresa.

Fortalece la reputación corporativa

Distinguirse como una empresa socialmente responsable genera valor agregado,  mejora la imagen pública de una empresa y su relación con los consumidores. Confianza, lealtad, identificación con la marca y una reputación corporativa positiva, son algunos resultados de la contribución activa y voluntaria de la organización para mejorar su entorno social, económico y ambiental.

Las corporaciones pueden fortalecer su imagen pública con donaciones monetarias, en especie, voluntariado y creando alianzas sólidas que favorezcan el bienestar social. Al comunicar estas acciones, las empresas aumentan sus posibilidades de ser favorables a los ojos de los consumidores. Tener un programa de RSC sólido también aumenta las posibilidades de la empresa de recibir cobertura de medios de comunicación.

Los clientes prefieren a las empresas socialmente responsables, quieren contribuir a algo que marque la diferencia y que tenga un impacto positivo en el mundo, incluso algunos estarían dispuestos a pagar más por los bienes y servicios que ofrecen.

Ayuda a atraer y retener a los mejores  talentos

La creatividad es una de las cualidades de liderazgo más importantes que un colaborador puede tener y el talento creativo disfruta trabajando para empresas en las que puede creer y apoyarse, esto se refleja en su lealtad hacia la empresa y productividad.

Con mayor frecuencia, las personas quieren sentir que están haciendo una diferencia en el mundo, y esta es una gran manera de atraer y retener a los mejores talentos. La generación millenial está especialmente conectada con la idea de trabajar para empresas socialmente responsables, quieren colaborar para organizaciones que van más allá de cumplir la normatividad, se preocupan por su efecto y contribuyen a la sociedad.

Al diseñar estructuras y estrategias organizacionales basadas en valores, con un eje rector de responsabilidad social y sostenibilidad, los colaboradores se sentirán parte de algo más grande, más importante que su día a día y, por lo tanto, estarán más comprometidos, en lugar de limitarse exclusivamente a sus respectivas funciones y tareas. El efecto se replica al integrar a otros grupos de interés, como proveedores e inversionistas y permearlo en toda la cadena de valor.

Incrementa la competitividad de la empresa

En una época en que se les pide a las empresas que hagan más con menos, puede ser difícil implementar cambios hacia la responsabilidad social y ambiental. Pero más organizaciones están tomando acción y están viendo el retorno de su inversión como resultado. De forma natural se incentiva la innovación a lo largo de toda la cadena de valor, logrando mayor eficiencia y generando ahorros substanciales en costos.

La conclusión es que la responsabilidad social puede aumentar la rentabilidad de la empresa al tiempo que marca una diferencia en su entorno. Los consumidores lo notan y lo recompensan con su preferencia, referencias y lealtad. Los colaboradores incrementan su productividad derivado del salario emocional y sentido de pertenencia, los inversionistas se sienten más seguros financiando organizaciones transparentes y que rinden cuentas, los proveedores se benefician de desarrollo profesional y de una cadena de valor productiva y sustentable, finalmente se genera un bien común que favorece a todos.