Por Beverly Velázquez R.
Ante los recientes ataques ocurridos en Charlottesville y Barcelona, se vuelve imprescindible poner en la mesa de diálogo el tema de la diversidad y la tolerancia.
En tan solo una semana fuimos testigos de actos violentos de un grupo de supremacistas blancos contra manifestantes en Charlottesville, Virginia y de un atentado terrorista perpetrado en la Rambla de Barcelona.
Barcelona, Charlottesville, París, Bruselas, Londres, y también Bagdad, Kabul, Nairobi, Gaza, y la lista sigue. El origen y cauce de la intolerancia racial y el fanatismo religioso es complejo y no tiene respuestas fáciles. Aún con las particularidades de cada caso, sí podemos encontrar un rasgo en común: la intolerancia ante lo otro, lo distinto, lo ajeno.
Hoy más que nunca existe en el mundo una tendencia a rechazar a lo diferente.
En esta era de exceso de información, naciones interconectadas y marcas globales, las personas tenemos una necesidad de poner etiquetas que nos ayuden a distinguir y distinguirnos de los demás. Muchas veces, estas etiquetas se vuelven prejuicios y barreras que llevan a la ignorancia absoluta e incomprensión total de la realidad.
En el contexto mexicano, podemos sentirnos muy alejados de situaciones como el fanatismo religioso de extremistas musulmanes o el odio racial de grupos supremacistas como el Ku Kux Klan. Sin embargo, ponemos y utilizamos etiquetas todos los días -muchas de ellas avaladas por el tan famoso humor mexicano, donde entre más ofensivas, más nos reímos- sin darnos cuenta que estas etiquetas insultan, lastiman, denigran y nos dividen.
Las empresas tienen un importante papel que jugar ante este clima de intolerancia.
Una gestión socialmente responsable le permite a la empresa, entre otras cosas, implementar políticas de diversidad para incluir personas de diferentes razas, culturas, religiones, edades, idiomas y orientaciones sexuales.
La implementación de políticas de diversidad es una tendencia que va en aumento.
Desde procesos de reclutamiento y selección incluyentes para evitar la discriminación de ciertos grupos hasta políticas individualizadas para garantizar que sean respetadas y tomadas en consideración sus necesidades, costumbres y creencias, son algunas de las buenas prácticas que las empresas socialmente responsables están adoptando.
Las empresas son cada vez más conscientes de los beneficios de contar con equipos de trabajo diversos. No sólo crean un mejor clima laboral, sino que favorecen la innovación y la creatividad y mejoran su reputación.
Aquellas empresas que optan por una estrategia de diversidad están contribuyendo a que caminemos hacia un mundo donde la tolerancia y el respeto hacia el otro nos vaya transformando en una sociedad más empática, armoniosa y solidaria.