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Reto para la inclusión laboral de mujeres con discapacidad

Por: Magaly Preciado y Vanessa Garza

Cuando hablamos de igualdad de oportunidades laborales para todas las personas, sabemos que se trata de una garantía constitucional, de un derecho humano, y de un compromiso de la iniciativa privada. Pero también sabemos que es más fácil hablar de igualdad de oportunidades que llevarla a la práctica, sobre todo cuando de discapacidad se trata. 

Muchas veces las empresas se enfrentan a retos en su intención de ser más incluyentes, es aquí cuando realmente se pone a prueba el compromiso asumido.  Cuando este momento llega, más allá de reflexionar sobre la situación de las personas con discapacidad, se vuelve imperante reconocer su derecho al trabajo y la responsabilidad que tenemos como organización de garantizarlo, dejando de lado prejuicios y mitos.

Las mujeres con discapacidad son uno de los grupos poblacionales más afectados por la discriminación laboral, y por ende corren con mayor riesgo de depender económicamente de familiares y de sufrir diferentes tipos de violencias por esta falta de autonomía [1].

RETO# 1. Las mujeres con discapacidad sufren doble discriminación.

Todas las personas vivimos con diferentes condiciones que forman parte de nuestra identidad. Según el contexto, una misma condición nos puede poner en riesgo de discriminación, o bien colocarnos en una posición privilegiada respecto a otras personas. En el caso de las mujeres con discapacidad, éllas pertenecen a dos de los grupos poblacionales que mayormente opinan que sus derechos se respetan poco o nada: por un lado, el grupo de mujeres, y por otro, el grupo de personas con discapacidad (ENADIS, 2017). Si además son mujeres con discapacidad de una comunidad indígena, de una orientación o identidad sexo-genérica no tradicional, o de clase socio-económica baja, los prejuicios se multiplican y sus riesgos de vulnerabilidad aumentan.

RETO# 2. Vemos a las mujeres con discapacidad como receptoras de ayuda, asistencia o donaciones.

En general, la percepción social de las personas con discapacidad va y viene entre la caridad y el asombro. El enfoque tradicional para abordar el tema de discapacidad en nuestro país sigue siendo asistencialista, considerando a las personas con discapacidad como actores pasivos y receptoras de ayudas. Debemos transitar hacia un enfoque basado en derechos humanos, que considere a las personas con discapacidad como sujetas de derechos, con la capacidad de tomar decisiones sobre su agencia económica, como un paso importante para mejorar sus propias vidas. Esto es aún más crítico en el caso de las mujeres, que además deben combatir los estereotipos culturales de género y el machismo.

RETO# 3. Pensamos que contratar mujeres con discapacidad es difícil, caro y riesgoso.

¿Cuánto cuesta modificar mis instalaciones? ¿Cómo nos vamos a comunicar? ¿Tengo que sensibilizar al resto del personal? ¿En qué vacantes puedo integrar personas o mujeres con discapacidad? ¿Y si tienen algún accidente? ¿Necesitamos adquirir tecnologías o softwares especiales? Todas son preguntas válidas y no siempre sencillas de resolver, pero eso no debe abstenernos de preguntarlas. Habrá una respuesta para cada caso, y quizá estemos en más posibilidades de integrar a personas con discapacidad en nuestra empresa, de lo que creemos. Una agencia especializada en la inclusión laboral de personas con discapacidad en Estados Unidos encontró que 45% de los ajustes a instalaciones tienen un costo mínimo, y otro 45% tienen un costo único de alrededor de $500 dólares (Work Without Limits, 2017). Es decir, solo el 10% de los ajustes razonables resultarían en un costo oneroso para las empresas que estén buscando incrementar la representación de personas con discapacidad en su plantilla.

Si bien, las mujeres y personas con discapacidad se enfrentan a numerosos retos para su movilidad, comunicación, y en general el ejercicio de sus derechos humanos, una limitante que les cierra muchas otras puertas es la falta de acceso a oportunidades laborales. El asunto se vuelve no solo un problema de justicia social, sino también un costo de oportunidad para las empresas que desaprovechan ese talento humano. Necesitamos combatir prejuicios y mitos sobre la contratación de mujeres y personas con discapacidad. La discriminación laboral, intencionada o no, ¡no es una opción!


[1] Mujeres, discapacidad e igualdad: Los Recursos suministrados Por el Derecho Administrativo, Juana Morcillo Moreno. Universidad de Castilla-La Mancha. 2015.


ACCSE Equidad, Diversidad e Inclusión. mpreciado@accse.netvgarza@accse.net, info@accse.net