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El salario emocional, la cúspide de la Pirámide de Maslow

Por Eloy Rodríguez Alfonsín

Desde 1943, el psicólogo Abraham Maslow propuso por primera vez el concepto de la jerarquía de las necesidades humanas en su artículo “A Theory of Human Motivation” el cual, una vez popularizado y representado gráficamente en su núcleo en forma de pirámide, hizo que se resumiera mundialmente esta teoría como la Pirámide de Maslow.

Hoy, después de más de 70 años, esta teoría representada en un gráfico piramidal sigue siendo vigente y cobra relevancia con nuevos conceptos en la gestión de los recursos humanos, el salario emocional es uno de ellos.

Pirámide de Maslow

Como podemos ver en la Pirámide, el ser humano va cubriendo sus necesidades poco a poco para sentirse pleno, estas necesidades parten desde la base fisiológica hasta la cúspide de la autorrealización, pasando por la satisfacción de necesidades de seguridad, sociales y de estima o reconocimiento.

El salario emocional, concepto que se ha asociado al sentimiento de satisfacción por parte de una persona en su ambiente laboral, tiene que ver con las dos partes superiores de esta pirámide: la Estima/reconocimiento y la Autorrealización, dos estadios de la personalidad que son atendidos o satisfechos por este “salario”.

El salario emocional sobrepasa la cuestión económica, el salario emocional tiene que ver con la empatía intrínseca de una persona hacia el lugar de donde proviene su ingreso económico. Es, en resumidas cuentas, el cúmulo de factores no monetarios que hacen que una persona se sienta satisfecho o pleno en su trabajo.

Salario emocional, la magia de sentirse realizado.

Más allá del slogan “hay cosas que el dinero no puede comprar” es cierto que la motivación de una persona en su ambiente de trabajo depende de las condiciones emocionales que en él se generan pues la interacción con los colegas de trabajo influye en el desempeño y la productividad. Los expertos en Recursos Humanos saben lo costoso que es tener una mala reputación como empleador y muchas veces esta reputación no es sinónimo de malos salarios, sino de malas condiciones de trabajo que tienen que ver con el salario emocional.

Algunas de las prácticas más acendradas que impactan en el salario emocional son:

  • Balance trabajo-familia o balance trabajo-persona.
  • Horario flexible y trabajo a distancia, siempre y cuando la actividad del puesto lo permita.
  • Programas de salud ocupacional, fomento del deporte y dinámicas para la liberación de estrés.
  • Liderazgo y gestión constructiva para el cumplimiento de metas y objetivos con exigencias razonables.
  • Respeto a días de descanso y vacaciones.
  • Reconocimiento al mérito individual y al trabajo en equipo.
  • Convivencia, esparcimiento y compañerismo.
  • Respeto a la diversidad y al libre albedrío.
  • Fomento de acciones de voluntariado que promuevan el bien común y el cuidado de la naturaleza.
  • Creación de espacios de crecimiento cultural e intelectual más allá de la formación para el puesto desempeñado.

Con todo esto es imprescindible pensar que el Salario emocional constituye la cúspide de la Pirámide de Maslow en el empleo, en la actualidad las condiciones y el ambiente laboral son variables consideradas para tomar una decisión de dónde trabajar.

Setenta y tantos años después de Maslow, su teoría es más que vigente para tener al mejor talento en las organizaciones, las nuevas generaciones están en pos de este incentivo no monetario y fomentarlo nos llevará a tener mejores empresas y organizaciones, no hacerlo nos conducirá a índices de rotación laboral elevados y para todos indeseables. ¡Demos cabida al salario emocional y seremos cada vez mejores!